Decálogo por la Educación

Nuestro proyecto nace de las experiencias de fe en Jesús de Nazaret y de su invitación a construir el reino de Dios y su justicia, especialmente en las realidades de pobreza y exclusión, respetando y dialogando con otras expresiones religiosas y culturales.

Estas experiencias de fe nos conducen, además, a creer en la capacidad de todas las personas, sin discriminación alguna, para transformar la realidad y construir un mundo mejor.

Nuestra alegría se fortalece en el encuentro con los empobrecidos y excluidos y en el compromiso por la transformación personal y social que surge de la experiencia liberadora de la fe en Jesús.

Nuestro movimiento no nace de una doctrina o una ideología sino precisamente de estas experiencias de fe y de alegría. Adoptamos por tanto una pedagogía alegre y liberadora.

Fe y Alegría transmite a la sociedad la apremiante necesidad de trabajar juntos y  juntas para erradicar la pobreza, la desigualdad, la injusticia y el sufrimiento de las personas excluidas y empobrecidas.

Es este sentido de urgencia el que nos llena de audacia y creatividad, el que nos lleva continuamente a releer el contexto y nuestra propia identidad, conduciéndonos más allá de los límites y las fronteras.

Para promover el emprendimiento y la creatividad, Fe y Alegría valora y potencia la autonomía funcional de los países y de los centros educativos, desencadenando así la iniciativa de la gente.

Todas nuestras acciones socioeducativas promueven la formación de personas nuevas, conscientes de sus potencialidades y de la realidad que las rodea, abiertas a la transcendencia, agentes de cambio, protagonistas de su propio desarrollo y promotoras de relaciones respetuosas con los demás, con las comunidades y con la creación.

Por ellas creemos en la educación como un derecho para todos y todas a lo largo de toda la vida y promovemos una educación popular, inclusiva y de calidad para construir una sociedad más equitativa, justa y sostenible.

Somos educación popular, ante todo, porque promovemos una propuesta ética, política, pedagógica y epistemológica para la transformación social.

Procuramos permanentemente conocer la realidad local, nacional y global con una mirada crítica, construyendo y mejorando nuestras prácticas.

Valoramos y revitalizamos las culturas y experiencias populares en todo nuestro hacer.

Creemos en la dignidad de las personas y de las comunidades.

Participamos solidariamente con educadores, educadoras, educandos, familias y otros actores comunitarios en la vida, problemas y soluciones de la comunidad.

Promovemos una relación armónica y sostenible de la comunidad con su ambiente natural.

Trabajamos por tanto con, desde y para la comunidad, desarrollando sus capacidades y buscando modelos de desarrollo alternativos para generar procesos de transformación social.

Nuestro compromiso es una opción que nace de unas experiencias de fe en Jesús de Nazaret que nos conducen a amar, a trabajar por la justicia, a la defensa de los derechos humanos y a comprometernos decididamente por la transformación social y por la construcción del reino de Dios.

Nos preocupamos por la motivación y formación permanentes de todas y todos los miembros de Fe y Alegría porque requerimos de la presencia y acción de personas comprometidas, apasionadas y con actitud de servicio.

Hacemos una clara opción por los sectores de la sociedad que sufren pobreza y mayor exclusión.

Trabajamos para empoderar a todas aquellas personas que se les niega el ejercicio de sus derechos.

Esta opción es irrenunciable. Ellas serán siempre el centro de nuestro actuar.

Reflexionamos sobre las causas que originan las situaciones de injusticia.

Nos comunicamos con la sociedad y la sensibilizamos, incidiendo ante instancias nacionales e internacionales desde el convencimiento de que es responsabilidad de todos y todas, la creación de nuevas estructuras que hagan posible un mundo más humanizado en el que se reduzca la brecha de la inequidad.

Nuestra lucha por la justicia comienza por defender el derecho a una educación de calidad como un bien público y por impulsar la universalización de la educación pública y gratuita como deber de todos los Estados.

Promovemos también la dignificación de la vocación del educador y la educadora.

Creemos en la dignidad de las personas y de las comunidades.

Trabajamos en alianzas con movimientos sociales, gobiernos, instituciones, congregaciones religiosas, empresas y otras organizaciones sociales.

Creamos sinergias para defender la educación como un derecho universal y como bien público con un horizonte de transformación social que posibilite una vida digna.

Construimos una nueva sociedad tejida de relaciones de fraternidad, libre de toda violencia, en paz con la naturaleza y democrática.